El entorno actual favorece poco a la renta fija: tires negativas en el caso de una gran cantidad de activos emitidos, diferenciales estrechos, un contexto en el que más rentabilidad supone más riesgo… Todo ello ha llevado a los clientes de banca privada a plantearse no ya solo la diversificación en el componente de renta fija de las carteras sino la diversificación a nivel clase de activo. “Y en esa diversificación nuestra experiencia ha sido bastante positiva porque hemos introducido no una única estrategia sino una combinación de ellas más ligadas a la gestión alternativa para completar esa parte de renta fija”, cuenta Pablo García, responsable de Selección de Fondos y Arquitectura Abierta de CaixaBank AM, en el marco del XVIII Think Tank BNY Mellon.
Explica que cuando introducen esas estrategias, “siempre respetamos una serie de condicionantes en la construcción de la cartera, como es la liquidez, el componente de protección que siempre se asimila a la parte de renta fija, una descorrelación de esas estrategias y, en definitiva, un mantenimiento del nivel de riesgo, del nivel de volatilidad global de toda la cartera”.
Todo ello les ha llevado a la combinación de una serie de estrategias, junto a la renta fija, que incluyen eventos corporativos, estrategias de arbitrage, de volatilidad o global macro. “2020 ha sido un buen test para este tipo de carteras, que han demostrado su resiliencia. Estos resultados han animado a los clientes de banca privada a empezar a aceptar este tipo de estrategias como complemento a la parte de renta fija, siempre y cuando se respeten las premisas anteriores”.
Activos alternativos: el guiño del regulador
Asegura que es un gran defensor de la democratización de las inversiones, en referencia a los activos alternativos, pero apunta que para lograrlo se necesita el apoyo en dos ámbitos. El primero, en el del regulador, del que afirma que, efectivamente, “está haciendo algún guiño; espero que sea una línea continuista”. Y el segundo, en el de las entidades, que tienen que estructurar bien los productos, explicar a los clientes las fuentes de rentabilidad, los riesgos y el comportamiento de esas inversiones en distintos escenarios”. Añade que “si el regulador y las entidades unen sus esfuerzos, este tipo de soluciones, ahora más reservadas a inversores que se pueden permitir tener una menor preferencia por la liquidez, un mayor horizonte temporal o un patrimonio más elevado, podrán llegar también al resto de potenciales inversores”.
También señala que los clientes cada vez demandan más fondos temáticos (tendencias) e inversión sostenible. “En nuestro caso, las gamas relacionadas con tendencias y con inversiones sostenibles han sido claramente las que han tenido mayores suscripciones”. A su juicio, es algo disruptivo en el sector, el algoritmo de toma de decisiones de los inversores está cambiando. “Cada vez se habla menos de preferencias geográficas o sectoriales y más de longevidad, bienestar, sociedad digital, cambio climático, ODS…, factores que antes no se estaban teniendo en cuenta dentro del proceso de toma de decisiones”, apunta Pablo García.
Apuesta por la ASG, pero la de impacto
Destaca, además, que la gestora está dando pasos muy importantes en el ámbito de la ASG: “Estamos activamente focalizados en la inversión de impacto, pero en una variante que no es la tradicional como private equity sino más ligada a activos cotizados. Subraya que lo que están exigiendo en la selección de fondos de impacto está muy próximo al artículo 9, el de máxima exigencia dentro de la ISR: “Estamos exigiendo los requisitos que caracteriza a la parte de impacto, intencionalidad, medición y rentabilidad”.
El responsable de Arquitectura Abierta y Selección de ETF de CaixaBank AM también reflexiona sobre la gestión activa y pasiva. Y pronostica que este 2021 va a ser un buen año para la selección de fondos de gestión activa.
En definitiva, considera que los motores principales en los equipos de arquitectura abierta, más orientados a la demanda de los clientes, serán este año la gestión activa, la inversión temática y la inversión socialmente responsable, especialmente en la vertiente de impacto.