Hacia un mundo sin inversión no ASG

La sostenibilidad se ha convertido en la piedra angular de las estructuras de la gran mayoría de las entidades financieras, también en el segmento de la banca privada. Responsables de las principales compañías internacionales con presencia en España cuentan en el marco de la XXIX edición del Think Tank BNY Mellon, una iniciativa producida por FundsPeople en asociación con BNY Mellon Investment Management, sus experiencias y lo que buscan en este ámbito los clientes de altos patrimonios.  

El camino lo marca el cliente institucional

“Para todos nosotros la sostenibilidad es un driver en nuestra tesis de inversión. El banco que no sepa acompañar a sus clientes en la transición hacia la inversión sostenible lo va a tener muy difícil”, opina José Couret, director general de Lombard Odier. Explica que en el caso de su entidad cuando reportan a los clientes informan del índice de sostenibilidad de su cartera. Pero, ¿están los clientes interesados en esos datos?

“A nivel de cliente particular, salvo para aquellos que son muy sofisticados, no es un tema que les preocupe en exceso”. Pero en el ámbito institucional la cosa cambia. “Los grandes clientes institucionales buscan favorecer a aquellas compañías que son sostenibles, por lo tanto es muy importante que nosotros, en nuestras recomendaciones de inversión, prioricemos y apostemos por la sostenibilidad”.

La influencia de los mileniales y las mujeres

Luis Sánchez de Lamadrid, director general de Pictet Wealth Management, destaca el impacto de la pandemia en el avance de la inversión ASG. “Hemos aprendido a ser mucho más sostenibles, responsables y a gestionar de otra manera”. Pone sobre la mesa algunos datos que demuestran la importancia creciente que tiene entre los clientes: el 95% de los clientes milenial busca inversiones sostenibles y responsables; el 68% de las mujeres tienen interés por las inversiones responsables; la mayoría de los empresarios quiere inversiones sostenibles; e incluso, según varios estudios a los que hace referencia, actualmente para los clientes la rentabilidad es tan importante como lo que se hace por la sociedad.

Así las cosas, apunta que “dentro de poco no vamos a diferenciar entre inversiones sostenibles y las que no lo son. Solo va a haber estrategias con al menos integración ASG, para lo cual la CNMV ya ha aclarado que un mínimo del 50% de la cartera debe ser sostenible”. No obstante, hay mucho ruido y el fantasma del greenwashing sigue muy presente: “Lo importante es llevar la sostenibilidad en el ADN. Hay que tener en cuenta que para ofrecer una cartera sostenible tiene que haber un proceso, análisis, capacidades y una creencia y filosofía de sostenibilidad en la entidad que lo promueve”. Eso, según explica, es lo que intentan transmitir a los clientes. Más aún, “desde hace tiempo tenemos mandatos de inversión responsable en nuestras carteras españolas, las cuales no se han visto penalizadas en rentabilidad respecto a las convencionales”.

Las diferencias entre el norte y el sur

Sergio de Miguel, director general de Julius Baer, coincide con lo comentado pero matiza. “En el norte de Europa el desarrollo es mucho mayor, las entidades sí que tienen integrada la sostenibilidad en el ADN”. En el sur la situación es distinta, todavía se habla mucho, pero no se hace tanto como se dice. 

Tres datos de la evolución en este ámbito del grupo suizo al que pertenece ejemplifican esta diferente evolución: en 2020, los mandatos discrecionales de sostenibilidad aumentaron más del 50%; se duplicó el número recomendado de fondos de inversión sostenible y de impacto; y se crearon más de 100 mandatos con la filantropía como eje. En cambio, en España todavía no se llega a esas cifras, “vamos con un poco de retraso”.

No es solo un tema ético, sino también de rentabilidad

Pablo Torralba, consejero delegado de Edmond de Rothschild, también insiste en que, aunque no sea el caso de la banca privada internacional, sí que todavía hay mucho ruido en la industria. “Hay que llevarlo del marketing y de los Q&A de prensa a las carteras de los clientes. Se tiene que realizar ese recorrido que, todavía, en términos generales, no se ha hecho”.

Afirma que ya no es un tema solamente ético sino también de rentabilidad: “Los flujos monetarios que empiezan a trasladarse de activos sin sello ASG a aquellos que son ASG van a hacer que estos últimos, por esa transferencia monetaria, sigan subiendo. Por tanto tiene todo el sentido económico apostar por ellos más allá de lo ético”. Da un dato. El índice MSCI USA ESG ha pasado en un año y medio de mil millones a 17.000 millones de dólares. 

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